Me pregunto quién intimidó al fuego.
Al principio irrumpía en este planeta sin preguntar.
Ahora es crimen, algo que cada vez más, se oculta y aplaca.
El fuego era vida y origen, y ahora se toma por destrucción y arrebato.
Bendito sea el fuego que de improviso invocamos y al que ahora tanto tememos.
Ese fuego que alimentamos, sabiendo… necesitando.
Que creció hasta envolvernos y que acabó fundiéndonos.
El mismo fuego que nos estremece cuando en él pensamos.
Donde sus lenguas nos sacudieron y convirtieron nuestras mentes en cenizas,
Nuestros sentimientos en amasijos, algo que perdió sentido, forma,
pero que alimentó al fuego; justo ahí nos amamos.
Nuestros cuerpos siguen hechos de las mismas cosas,
Serán nuestros miedos los que todo han petrificado.
Yo sólo aspiraba a abrazarte desde la espalda,
Besarte como sólo lo hacen en el séptimo arte y en los cuadros.
Abrazarte precipitadamente como algo que me enfría, mientras ardes.
Acercarte para que sientas el latido de mi corazón y la frecuencia de mis espasmos,
Mientras nos destemplamos el uno al otro con los ojos cerrados.
Terminar siendo ascuas, a las que el viento roba retazos,
Volviendo a formar parte de la vil materia,
Recogiéndonos en el infinito, habiéndonos destrozado.
jueves, 18 de marzo de 2010
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me ha encantado, es brrrrrutalll!
ResponderEliminarpero ya te lo habia dicho...