domingo, 29 de marzo de 2009

El reloj zurdo

El verbo no fue más que aire hasta que no se hizo constar en algo material a las palabras.

Arrastramos su pesadez, la de la información, algunas veces ligera, cuando es imagen.

Tardamos infinidades en aprender cosas que para mal o para bien, se pueden olvidar en un ínfimo instante. Instantáneo sin dejar de ser importante.

Olvida la persona muy mayor porque su propio cuerpo lo quiere alejar de lo frustrante de su existencia;
Acarician, pues, sus recuerdos, como único factor atesorado a lo largo de un espacio y un tiempo que ya se han desvanecido.
Los sueños en cambio, son recuerdos arrancados a la fantasía sin permiso.

Las manecillas del reloj por ejemplo saben barrer a cada instante sus propios pasos mientras dejan siempre atrás horas y minutos, sin volverse porque saben que el mismísimo tiempo va a terminar reuniéndolos.

El tiempo nunca es igual en gatos unidos.