sábado, 13 de marzo de 2010

Un barrio

En este barrio todas las casas son de plástico y madera. Son un reflejo fiel de quienes día a día vienen aquí. No hay otro lugar para ellos. El poco esfuerzo con que se construyeron es latente cuando viene la lluvia, y siempre, a alguna se lleva.
Los derrumbes a veces desdibujan calles y otras, se borran manzanas enteras.

Conocí a Lucía. En mi fatigado andar, me invitó a entrar para contarme algo. Por la puertita de su cocina hay que pasar haciendo reverencias.
El suelo de tierra, el fogón casi inexistente, todo un hogar sin hoguera; los utensilios se adivinan sólo por el halo que desprenden; son productos de remate de algún basurero, a los que alguien más pobre salvó de su muerte certera.

Ella llegó allí persiguiendo un amor que poco más que tres niñas le dio, su juventud se borró a la vez que a golpe de vicio y noches eternas se marchó su belleza.

-A éste barrio todos pasan, dice, de visita; pero se les adivina que algún día, por falta de lugar a dónde ir, vendrán a instalarse. Poco les queda.

La lluvia empieza a caer dejando claro que nadie ahí, pese a que caiga día a día, esté preparado para aguantarla. Me marcho viendo cómo las ventanillas abiertas permiten, por desidia o por pereza, que todos los juguetes viejos del interior floten.
Cada coche parece una piscinita de colores donde mañana el lodo será el único pasajero sin quejas.

Me voy y sin darme cuenta, la noche cercana impide saber, amén de mi confusión y lluvia, el camino que haga que finalmente retorne; ha sido borrado por los torrentes y, las luces… no me hacen de guía sino que me deslumbran y me hacen aún más torpe.

¿Estaré pensando en ser vecino de esta inmunda ciudadela? Poco halago tiene, pues el retorno no se elige ni encuentra.

lunes, 8 de marzo de 2010

La pérdida


Y otra vez, te perdí.
Con lo fácil que fue encontrarte…
Hay cosas que me pierden.

Perder siempre se me dio bien.

Lo barato que me fue
Contrasta con lo caro
De cuando te fuiste.

Esa desolación me hace sentir
El mismo imbécil
Que me impidió cuidarte.

Esa tarde que sin yo saberlo,
Tú me huiste.

Adoraba abrir tus patas
Y contemplar el mundo
A través de tus dos gotas

Veía, y veo.
También vi a través
De lo que fuiste

Ya no entenderé las cosas
Tal como me las hiciste ver

Hondo cayeron mis sueños
Tan lejos como ver, me permitiste.

Ahora ese agujero crece.
Crece agrio dentro de mí.

Y maldigo el momento en que,
Hechizado por tu gracia,
Con ella, de muerte,
me heriste.

Herido, me tambaleo
Como buscándote
Pese a estar ya rendido
Exhausto, desde que lo supe.

No supe la suerte que tuve
Y hasta hace tan poco…

Que te fuiste.

Agatha Ruiz DLP