miércoles, 17 de diciembre de 2008

La cena

Encerrados… ¡Los tenemos a todos encerrados; y sin ninguna explicación!

–Dijo el mayor de ellos.


–Eso no es nada; nosotros, a los vuestros, los perseguimos hasta la saciedad pese a ser lo contrario de eso lo que El Nuestro profesa…


Tonterías, nosotros pese a haber fracasado en el intento de liberarnos supimos poner a nuestro pueblo en contra del vuestro; entre todos les vendimos las armas y el dinero se fabricó como por arte de magia…


-Talvez entre vosotros digáis que son unos necios, pero no os acordáis de que son vuestros respectivos pueblos…-Espetó un sirviente


-Tonterías-Dijo el más rico. -No tienen nada que ver con él ni conmigo esos necios, por mucho que tengamos la misma historia. ¿No ves acaso cómo los mismos creyentes del mismo Señor son capaces de matar a sus vecinos sólo porque nosotros los pintemos como ilegítimos de la religión?


¡Verdad es! Respondieron todos al unísono. Brindaron por la abundancia y comodidad en la que se encontraban y rieron juntos sus bromas como auténticos hermanos.


-Mientras tengamos el beneplácito de los estados y nos atribuyamos el poder del perdón y la salvación, podremos adueñarnos de los actos de los más intolerantes para atropellar a cualquier voz que realmente tenga fundamento o razón.


¡Bravo!


-¡El poder no es para todo el mundo, pero si hay que hacer que todos lo persigan aunque siempre haya sido una lucha obstinada!


En confraternidad cenaban jefes ácratas, cristianos, musulmanes, budistas, taoístas y judíos, remarcando el espíritu irracional de los que se creen humanos.

A los que no quieren entender

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